El propuesto Acuerdo de Libre Comercio Unión Europea-Estados Unidos: ALCTA (Acuerdo de libre comercio transatlántico) o en inglés TTIP (Transatlantic trade and investment partnership – El Partneriado Transatlántico de Inversiones y Comercio)
Si te preocupan el “fracking”, el precio de los medicamentos, los transgénicos, la lucha contra el tabaco, las sustancias químicas, los derechos laborales, la seguridad alimentaria, el cambio climático o las transacciones especulativas, debes estar muy preocupado por ALCTA.
Se está negociando un pacto EU-EE.UU que puede cambiar a peor gran parte de las reglas que gobiernan nuestras vidas, desde el mundo laboral hasta el medio ambiente y nuestra salud. Líderes políticos de ambos lados del atlántico proclaman que han encontrado la panacea a la crisis económica. Según sus optimistas proclamas la colosal alianza de las dos economías más grandes del mundo creará más empleos, más crecimiento y un futuro feliz general. Pero la realidad es que la agenda negociadora EU-EE.UU. se asemeja mucho a una lista de boda de las más grandes empresas transatlánticas.
ALCTA no es el típico acuerdo que trata de eliminar aranceles proteccionistas. Su principal objetivo es de harmonizar leyes y regulaciones entre la UE y EE.UU. Se intenta fomentar el “libre comercio” por medio de la “des-regulación” de normas financieras, ambientales, sanitarias, agrícolas y seguridad alimentaria, entre otras. Los negociadores consideran éstas regulaciones como unos molestos y costosos “irritantes” o “barreras técnicas” para el libre comercio transatlántico.
En una palabra: es una carrera hacia abajo en la protección social, ambiental y sanitaria. Estas negociaciones están vistas como una tabla de salvación por parte de empresas en como esquivar normas de producción y venta que buscan proteger al consumidor, su salud, su medio ambiente y su capacidad transparente de escoger. Gran parte de las negociaciones serán dedicadas a fijar un “denominador común más bajo” entre las normas estadounidenses y las europeas.
Una nueva “justicia” para las grandes empresas multinacionales
Con ALCTA las multinacionales se elevarían su estatus por encima de los estados mediante nuevas reglas propuestas de resolución de disputas “inversores-estados” (state investor dispute mechanism). Las reglas “inversor-estado” permitirían la presentación de denuncias por parte de las multinacionales en contra de las leyes de los estados que perjudican sus beneficios en arbitrajes comerciales privados al margen de los sistemas judiciales existentes. Así las grandes empresas podrían desafiar extrajudicialmente cualquier ley en defensa de la salud, los consumidores o el medio ambiente. La capacidad de los estados de proteger los bienes comunes quedaría seriamente debilitada mientras las grandes empresas podrán denunciar a los gobiernos democráticos por causarles directa o indirectamente un “lucro cesante” o daño potencial a sus beneficios, sus datos comerciales, propiedad intelectual, acciones o cualquier otro valor económico percibido.
Incluso, una multinacional podría denunciar a un gobierno si las sentencias de sus tribunales le perjudican. Por ejemplo, en los acuerdos bilaterales comerciales existentes este mecanismo de sesgado “arbitraje” ya está siendo utilizado por las tabacaleras USA para frenar medidas legales anti-tabaco en Australia, por una empresa petrolífera USA en contra de Canadá por prohibir el “fracking” debajo de un río, por una farmacéutica en contra de Canadá por introducir un medicamento genérico y por una refinería estadounidense en contra de Perú por ser obligada por el Gobierno Peruano de limpiar y prevenir unos vertidos contaminantes.
“La carta a los Reyes Magos”de las multinacionales nos puede traer algunos regalos venenosos
Unos pocos ejemplos de los posibles impactos des-reguladores de ALCTA podrían ser:
-Empeorar la seguridad alimentaria: Permitir la entrada masiva en la UE desde EE.UU de carne criada con hormonas, de carne de pollo blanqueada con cloro y de múltiples cosechas y semillas transgénicas.
-Aumentar el uso de sustancias químicas peligrosas al debilitar “el principio de precaución” enmarcado en el reglamento europea de control de tóxicos REACH.
-Debilitar los derechos laborales al permitir la entrada y el concurso en la UE de empresas de servicios estadounidenses con normas laborales más bajas.
-Aumentar el secretismo de la investigación médica de los ensayos clínicos al considerarlos “datos confidenciales comerciales”y fortalecer las medidas represivas de propiedad intelectual para dificultar la entrada en el mercado de medicamentos genéricos.
-Evitar la aprobación de normas de protección de datos personales y otros derechos digitales en Internet para garantizar el “flujo libre de datos” transatlántico..
-Aceptar las importaciones masivas de gas procedente de “fracking” en EE.UU. La prohibición de poner trabas legales a ésta técnica peligrosa dentro de la U.E.
Transparencia para la industria, secretismo para la ciudadanía
La primera ronda de negociaciones tuvo lugar en Washington el pasado julio y la próxima ronda negociadora será a principios de octubre en bruselas. Se espera llegar a un acuerdo sobre el texto del pacto comercial antes del final del 2014. Docenas de grandes empresas tienen un acceso total a los textos de los negociadores (a través del Gobierno de EE.UU.) mientras hay un secretismo total para la ciudadanía que no puede saber ni opinar sobre los puntos concretos que se van a negociar. La participación ciudadana será muy vaga y dispersa mientras las grandes multinacionales tendrán una información precisa e una intervención eficaz de sus lobbys potentes en el “tiempo real” de las negociaciones.
Solo una reacción ciudadana fuerte puede cambiar el rumbo de un pacto UE-EE.UU que amenaza con secuestrar los derechos democráticos al servicio de los unos potentes intereses industriales.
David Hammerstein
Diálogo Transatlántico de Consumidorres